– Las mujeres son las que más lo sufren.
– El ataque de pánico afecta al 2,5% de la población mundial.
– Viene acompañado por agorafobia o miedo a los espacios abiertos.
– La Lic. Gabriela Martínez Castro explica qué son y cómo se curan.
Esta semana, una nueva integrante del programa televisivo Gran Hermano, debió salir de la casa luego de una crisis de nervios provocada por el encierro.
Tal es así que, Dolores Escala, una de las nuevas figuras del Reality Show, decidió abandonó el juego a pocas horas de haber comenzado, tras un ataque de pánico que le provocó el encierro con personas desconocidas.
Especialistas del CEETA están disponible para consultas o entrevistas sobre el tema.
Comunicarse al 011-4110-0183 ó 011-15-6096-4656 para concretarlas o enviar un mail
a fernanda@quasarcomunicacion.com.ar
Se sabe que el panic attack es cada vez más frecuente y sobre todo entre las argentinas, ya el mayor porcentaje de consultas sobre este trastorno es efectuado por mujeres, según estadísticas actuales.
La mayoría de los pacientes que sufren este trastorno padecen también agorafobia o miedo a los espacios abiertos.
Las causas
Según la licenciada Gabriela Martínez Castro, especialista en trastornos de ansiedad y directora del Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad, “los factores para padecer una crisis de pánico son múltiples: siempre hay una predisposición genética (factores hereditarios), el medio socio-ambiental de tipo ansioso (sus cuidadores ó padres han sido ansiosos, temerosos o sobreprotectores) y un suceso estresante o desencadenante”.
Estos sucesos pueden ser tan comunes y cotidianos como una situación de estrés, una mudanza, un parto, enfermedad o muerte de seres queridos, migración, accidentes, cambio laboral o desempleo, divorcio o separación, entre muchos otros.
Sin embargo, Martínez Castro aclara que “el trastorno de pánico se instala cuando se han repetido dos o más crisis, y la vida del sujeto comienza a verse restringida (no efectúa sus actividades habituales, o las hace, pero acompañado, por temor a volver a padecer una crisis y no disponer de ayuda o posibilidad de escape en ese momento)”.
Los síntomas
Palpitaciones, sudoración, temblores o sacudidas musculares, sensación de ahogo o falta de aire, sensación de atragantamiento, opresión en el pecho, náuseas, malestar o molestias gastrointestinales, inestabilidad, mareos o sensación de desmayo, sensación de irrealidad, miedo a perder el control, a volverse loco, a morir, sensación de hormigueo, escalofríos o sofocaciones, etc.
Estos son sólo algunos de los síntomas que nos alertan de una crisis de pánico, la que se presenta de forma brusca, alcanzando su máxima intensidad a los diez minutos de haber comenzado.
Todo puede desencadenarse cuando estamos tranquilos, manejando, mirando televisión o simplemente dando un agradable paseo. De pronto, comenzamos a sentir palpitaciones, como si el corazón fuera a salirse del pecho, sentimos un inmenso temor a morir o a enloquecer, desesperación, necesidad de escapar.
Notamos que nos cuesta respirar y un mareo nos hace pensar que podríamos desvanecernos. Quedamos paralizado por el miedo sin poder comprender lo que ocurre, pero algo nos queda claro: sentimos que estamos en peligro.
Cuando todo esto sucede, estamos frente a una “crisis de pánico”, la cual jamás olvidaremos.
Cabe destacar que si el trastorno de pánico no es tratado adecuadamente, la persona restringirá más cada vez más sus actividades fuera de la casa hasta casi permanecer todo el tiempo dentro de ella.
Es así como la enfermedad evoluciona tomando y anulando diversas áreas de la vida de la persona: vida personal (dificultades familiares debido a la dependencia, divorcio frecuente), laboral y/o académico (por la incapacidad de traslado y el temor a permanecer en el lugar de trabajo o estudio donde se teme padecer una crisis), física (dada la altísima cantidad de interconsultas médicas y la falta de actividad física por el encierro), emocional (el estilo de vida se ha empobrecido tanto que el individuo se termina deprimiendo) y social (dado el temor a padecer la crisis y que los demás lo noten, se dejan de frecuentar amistades y de asistir a eventos sociales).
“Es importante destacar que cuanto antes se recurra a la consulta y se comience el tratamiento, más rápido se detiene la evolución y se procede a la recuperación ya que un paciente adecuadamente tratado por un profesional especializado en la materia debería retornar a su vida habitual alrededor del tercer mes de tratamiento”, asegura la especialista desde su consultorio en Pilar.
El tratamiento
Esta enfermedad de un tratamiento específico: psicoterapia cognitivo-conductual y medicación psiquiátrica, dirigido por expertos en el tema.
“En un paciente colaborador con el tratamiento con una sesión semanal puede llegar al alta en el término de los 4 a 6 meses de tratamiento correctamente implementado, y así retomar sus actividades habituales, sin restricción alguna, prescindiendo de tratamiento y medicación en ese período”, aseguró la especialista.
Especialistas del CEETA están disponible para consultas o entrevistas sobre el tema. Comunicarse al 011-4110-0183 ó 011-15-6096-4656 para concretarlas o enviar un mail a fernanda@quasarcomunicacion.com.ar