La Licenciada María Cecilia Palozzo, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad, miembro del CEETA (Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad) analizó uno de los juegos en línea más importantes del momento: el Candy Crush.
Hoy, se calculan alrededor de 50 millones de jugadores activos que usan parte del día para conectarse y jugar.
Según Palozzo, “parte de su gran atractivo, radica en su característica de ser un juego social; a través de Facebook no sólo se puede seguir a los demás jugadores generando competencia y expectativa sino que también se puede pedir ayuda a los mismos para obtener más formas de continuar participando”.
Pero no es solo eso, la facilidad de obtener la aplicación en múltiples dispositivos (como en la tablet, el celular, la computadora), y el hecho de que sea gratuita, fomentan aún más su popular éxito.
La especialista en trastornos de ansiedad y miembro del CEETA (www.ceeta.org), Lic. María Cecilia Palozzo, explica entonces por qué el juego logra generar la adicción que muchos usuarios desarrollan: “diversos estudios demuestran el efecto que producen las tareas irresueltas y la necesidad imperiosa por concluirlas para sentir la satisfacción por haberlo logrado. Esto hace que todo el tiempo estén pendiente de avanzar en el juego e ir “cerrando pendientes””
Sumado a esa causa, se encuentra el factor social, el cual invita a los usuarios a estar permanentemente conectados y pendientes de los demás.
Tal es la importancia de dicho factor que la licenciada acentúa un aspecto relevante del mismo: “Desde que facebook se convirtió en motor de nuestros contactos afectivos y sociales ya no podemos escaparnos fácilmente de sus demandas, en parte sigo jugando porque hay alguien que me necesita y del que yo también como jugador dependo.”
El ritmo de vida actual, el cual la especialista describe como “convulsionado, agitado y estresante” es también un factor propulsor en cuanto a lo adictivo del juego: “el ritmo de vida que hoy se nos impone nos lleva a buscar mecanismos para evadir al menos un poco la realidad y disminuir la ansiedad que tanto nos genera.”
Adentrándose aún más en el análisis, Maria Cecilia Palozzo, del staff del CEETA, indaga acerca de si el juego genera entonces mayor o menor ansiedad. “La ansiedad es una emoción básica, adaptativa y normal que surge ante un desafío o peligro. Su función es la de ayudarnos a responder ante dicha situación de manera apropiada. Nos damos cuenta de ella al sentir el palpitar agitado de nuestro corazón o por esa sensación rara de zozobra o inquietud, que finaliza o cesa una vez resuelta la situación o problema. Entonces, ¿este tipo de juego aumenta o disminuye mi ansiedad?”, cuestiona la Licenciada.
Explica entonces el proceso que lleva a este tipo de juego a convertirse en una actividad adictiva, a pesar de la aparente ansiedad que puede generar: “Paradójicamente, disminuye la ansiedad provocando cierto bienestar a medida que resuelvo cada desafío, pero la aumenta a medida que avanzo en el mismo a partir de nuevos desafíos que necesito resolver. Se convierte en un círculo vicioso que cuanta más ansiedad tengo más juego; cuanto más juego mas ansiedad genero. Así se transforma en un pasatiempo altamente adictivo”, explica Palozzo.
Sin embargo, y más allá de los factores mencionados, no a todos les genera el mismo efecto. “No todas las personas son susceptibles de generar una adicción, ya que para ello implica un grado de predisposición y características de personalidad particulares”, indica la licenciada.
Entonces, ¿cómo definir si el juego se volvió una adicción para el jugador o no? diversos indicios podrían responder a la interrogante. Por ejemplo, cuando la ansiedad comienza a ser marcada, definida, persistente, generando una necesidad urgente por jugar sin pensar en sus consecuencias y se pierde el control fácilmente, o cuando el juego regla y modifica la vida del jugador, trayéndole problemas a nivel laboral y socio-afectivos como también de la propia salud. “En ocasiones puede sentirse malestar intenso, taquicardia, angustia, o irritabilidad si no se logra conectarse o cuando no se puede jugar”, agrega.
Para concluir, la psicóloga remite en la importancia de encontrar un equilibrio entre el deber y el placer, “para ello hay numerosas actividades que podemos disfrutar saludablemente y que cumplen con la dosis justa y verdadera de distracción y serenidad. Una clave esta en diversificar dichas actividades”, finaliza la licenciada.